En la Antigua Roma, este tipo de baños estaba restringido a los estratos sociales más nobles. Por eso los materiales que los revestían eran mosaicos, mármoles… Hoy puedes sentirte como un emperador o una emperatriz de los tiempos de Trajano o Augusto, eligiendo los materiales adecuados para tu ducha de obra. El más clásico, con el que solemos asociar este tipo de espacios, es el gresite o mosaico de vidrio.
Formado por pequeñas teselas cuadradas en un solo color o con distintas tonalidades, este revestimiento evoca zonas de agua, frescor y elegancia. Además, es perfecto para revestir el suelo y las paredes, al tratarse de un material impermeable, resistente y bello.
Hoy día está muy de moda la cerámica con diferentes acabados, que imita madera, metal oxidado, cemento pulido… o piedras, como la pizarra o la arenisca. Dará un toque único a tu baño y hará tu ducha la protagonista indiscutible. Y por supuesto, si lo tuyo es el lujo más noble y exclusivo, siempre puedes recurrir a mármoles y granitos que convertirán tu ducha a ras de suelo en un espacio digno de la más alta aristocracia romana.
Si ya tienes hecha tu ducha a ras de suelo, bien de obra, bien con un moderno plato del mínimo espesor. Solo falta crear un cerramiento transparente que independice visualmente la ducha. Si tu primera elección es una mampara, ten en cuenta la forma y las dimensiones de tu ducha, porque es posible que funcione mejor un panel fijo de vidrio templado.
Estos paneles ocupan menos espacio y eliminan incómodas puertas. Y si tienes la suerte de tener una gran ducha de pared a pared, encontrarás mamparas especiales para este formato.
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