Lo fundamental cuando se trabaja con cemento es ser precavidos durante el fraguado y estar preparados para la aparición de grietas posteriores. Para ello, hay que tener en cuenta una serie de factores clave.
Contenido de agua en el cemento
Mientras más baja sea el porcentaje de cantidad de agua, más fuerte será la mezcla. Durante el fraguado, esta proporción no debe exceder el 0.5%, por lo que la aplicación de un plastificante te permitirá trabajarlo mejor.
Lo esencial es reducir la cantidad de humedad para que la contracción no afecte tanto la integridad de los bloques o losas.
Buena mezcla con productos de calidad
Para garantizar las fisuras, la mezcla debe estar balanceada. Los agregados optimizados que son duros, densos y de buen tamaño eliminan la posibilidad de contracción.
Por el contrario, los aditivos malos provocan grietas con más facilidad. Intenta evitar elementos adicionales para la mezcla como aceleradores o agregados sucios que exigen más agua.
La importancia del acabado del cemento
Nuestra recomendación es que distribuyas bien el tiempo haciendo uso de una técnica depurada para llevar a cabo esta etapa tan importante. Trata de no sobrecargarlo mediante los soldados de cemento, ya que esto produce asentamiento, el agua se filtra y se crea una capa de agua en la superficie. No se recomienda terminarlo en ese estado, ya que el líquido volverá al concreto.
Curación adecuada del hormigón
Para evitar que las placas pierdan agua o se sequen de más, lo más recomendable es curar las losas por algunos días. Una vez que se hayan asentado, recurres al método habitual de delimitarlas con mortero y las mantienes húmedas. Una forma efectiva es cubrirlas con tapetes de algodón llenos de agua o rociarlas con un compuesto. La curación dura un mes y lo ideal es que en ese tiempo el concreto no esté sujeto a ningún tipo de carga que pueda agrietarlo.
Aquí tienes algunos consejos para preparar tu cemento y evitar futuros problemas.